Este fin de semana, Ántero Flores-Aráoz Esparza, nuestro Ministro de Defensa(?), pasó al ataque con uno de sus temas más-favoritos(?), los límites/desaparición del Tribunal Constitucional. No es la primera vez, no será la última. ¿Qué dijo?
“[El TC es] un ente que se siente por encima de todos los poderes del Estado, que se siente la última Coca Cola del Estado, cuando lo que tiene es un rosario de metidas de pata que destacan por su contenido negativo (…) hay errores en la resolución del Fonavi, sobre todo en la primera; errores en el tema del Himno Nacional, errores en el tema del agua potable, errores en el tema de las ONG; se metió por gusto con el Jurado Nacional de Elecciones, que terminó con un incendio en Chiclayo. El rosario de metidas de pata debería ser sometido a una corrección en el Congreso”.
De esta forma, el amigo(?) Flores-Aráoz aprovecha el momento de debilidad institucional del TC, ocasionado por la repentina y sospechosa renuncia de César Landa a su Presidencia -que sería bueno que dejara de jugar a Hitchcock y declarara qué pasó-, para resucitar una vez más su archivado proyecto de recorte de facultades del TC.
Pero quien también resucitó con ello fue Javier Alva Orlandini, Lechuzón, ex miembro y ex Presidente del Supremo Intérprete de la Constitución (lo que fue, de lejos, su mejor actuación pública), quien condignamente dijo:
“Creo que, siendo respetables, las opiniones del ministro Ántero Flores-Aráoz no las compartí antes, no las comparto ahora y no las voy a compartir jamás. Si se produjera la situación que el ministro de Defensa plantea, de que se recorten las atribuciones del Tribunal Constitucional, más concordante con ese pensamiento sería suprimir el TC. De esa manera no molestaría a quienes sí se sienten la última Coca Cola del desierto”.
Añadiendo el toque justo de desopilancia(?) a su declaración:
“Con el criterio que ahora tiene, no sería de extrañar que se pueda dictar un decreto de urgencia que reproduzca el contenido de la Ley 11049, de seguridad interior de la República, que dieron Manuel A. Odría y su último ministro de Gobierno, (Alejandro) Esparza Zañartu, quien, por coincidencia, creo que es tío del ministro Flores-Aráoz Esparza. Entonces, ahí está predominando lo Esparza”.
Pero, ¿por qué el popular gato gordo se la tiene jurada al TC? Recordamos, al menos, dos casos en los que el TC resultó un obstáculo para sus intereses:
Ley pro-Wolfenson: escandalosa norma dada por su gestión, con participación estelar del trío de nombres pintorescos (Kuennen Franceza-Xavier Barrón-Natale Amprimo), para beneficiar a los hermanos y otros corruptos con el cómputo prisión efectiva-arresto domiciliario. Como se recordará, el TC no sólo le declaró la ley inconstitucional, sino que le metió una interpretación que implicó, en la práctica, el regreso de los hermanos a su celda.
La ley y el zar anti-ONG: cumpliendo un encargo profesional de las mineras(?), propuso la norma y luego -ya fuera del Parlamento- se encargó de darle seguimiento para evitar se declarara inconstitucional (se le contó, al menos, 18 apariciones en medios en 11 meses). La norma buscaba neutralizar a las ONG incómodas, atentando contra diferentes derechos fundamentales y, en definitiva, contra la libertad. Como no podía ser de otra forma, el TC se la declaró inconstitucional.
Portada de La Razón del 08.09.07, re-déjà-vu del mal(?)
Así, claramente se explica la obsesión de Flores-Aráoz por el tema. Obsesión que es a su vez una ambición: sacar al TC del camino... de su camino.
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Declaraciones tomadas de Perú21: acá
Otras fuentes: acá, acá, acá y PEASE, Henry. Por los pasos perdidos, Congreso: 2006, pp. 485-490.
¿Quién fue Esparza Zañartu? Artículo del Sr. Vargas en Caretas (pre capitalismo salvaje).
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